Querer a los hijos es ayudarlos a crecer, enseñarles consecuencias y responsabilidades. De nada sirve cubrir sus faltas y protegerlos .
Educar a los hijos es un tema delicado y realmente no existe una fórmula mágica que garantice que nuestro trabajo y amor por ellos asegure su éxito. Lo que es muy claro es que cuando se sobreprotege, cuando se premia sin necesidad, cuando no se ponen límites ni consecuencias, los hijos se convierten en personas prepotentes que sienten que tienen el derecho de hacer lo que quieren y nada les puede pasar.
¡Qué angustia tan grande sintieron los padres de Tomás cuando un jueves por la tarde, dos oficiales de la policía tocaron la puerta de su casa! Sus padres se espantaron, ya que nunca se imaginaron en qué clase de líos tan serios estaba metido su querido hijo. Tomás, un muchacho de 15 años, hacía meses que se drogaba y andaba con malas amistades. Sus padres no se habían percatado de esto y la noticia los dejó helados.
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Educar a los hijos es un tema delicado y realmente no existe una fórmula mágica que garantice que nuestro trabajo y amor por ellos asegure su éxito. Lo que es muy claro es que cuando se sobreprotege, cuando se premia sin necesidad, cuando no se ponen límites ni consecuencias, los hijos se convierten en personas prepotentes que sienten que tienen el derecho de hacer lo que quieren y nada les puede pasar.
¡Qué angustia tan grande sintieron los padres de Tomás cuando un jueves por la tarde, dos oficiales de la policía tocaron la puerta de su casa! Sus padres se espantaron, ya que nunca se imaginaron en qué clase de líos tan serios estaba metido su querido hijo. Tomás, un muchacho de 15 años, hacía meses que se drogaba y andaba con malas amistades. Sus padres no se habían percatado de esto y la noticia los dejó helados.
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