No cortes el entusiasmo abruptamente. Es decir, si estás en plena sesión de caricias y besos, no se te ocurra pararte e irte a otro lado, como quien terminó de hacer un deber. Si deseas parar la pasión, háblalo con sutileza y explica los motivos. Pero pararse e irse, suena a que te corten el teléfono en medio de una conversación.
No empujes la cabeza de tu compañera (o) para que te practique sexo oral. ¡Eso, jamás! No hay nada más ordinario que eso. Y aunque es práctica habitual en los hombres, no debe faltar la mujer que hace lo mismo. Recuerden: Tenemos el don de la palabra, ¡úsenla! Lo otro es, francamente, humillante.
No está a tu servicio. Más de algún varón ha cometido el error de abrirse el cierre encima de la cara de su pareja y mostrarle ahí, en vivo y en directo y en primera plana, su sexualidad. ¡Espantoso!
Más parece película de terror que escena sexual. Es como si no le dejaras más salida que practicar sexo oral. ¡Qué va! Eso no es obligación para nadie.
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