Manuel del Cabral definía así la poesía: “Un agua pura, tan limpia que da trabajo mirarla”. Me tomaré prestados esos versos para describir la sensación primera de descubrir las inverosímiles playas de Pedernales. En la frontera final de República Dominicana, en el último rincón donde Duarte, Sánchez y Mella todavía son héroes. En ese denominado remanso de paz, se encuentran espectáculos acuáticos, nombre apenas apropiado para definir la biodiversidad, belleza e importancia de las reservas acuáticas de la provincia más virgen que podamos conservar.
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